domingo, 8 de mayo de 2011

Actividad preliminar. Los 7 saberes necesarios para la educación del futuro: Edgar Morín.Obstáculos y retos impostergables para la enseñanza en el próximo siglo.

A pesar de que este texto tiene 12 años de existencia, es sorprendente con qué tino evidencia las grandes preocupaciones que el ser humano, la sociedad y la especia se han formulado y cuestionado sobre el mundo que habitamos. Se exponen 7 saberes que deberían ser considerados si se desea una transformación real para el bien común, una reformulación del pensamiento. Nos urge  un “reset” como individuos-sociedad-especie, una reconstrucción, un reacomodo, un cambio de paradigmas.  Estamos ante una sociedad que se ahoga en un sistema capitalista que lejos de crear un desarrollo sostenible, justo, equitativo en cualquier lugar del mundo, está  haciendo más grande la diferencia entre países desarrollados y en desarrollo. Nos hemos deshumanizado, ¿cómo volvemos al redil? Si bien, la educación es considera uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio, el punto central es modificar nuestro pensamiento. Para lo cual, Edgar Morín desarrolla estos 7 saberes necesarios que la educación del futuro debería de tratar en cualquier sociedad y el cualquier cultura: la ceguera del conocimiento: el error y la ilusión,  los principios de un conocimiento pertinente,  enseñar la condición humana, enseñar la identidad terrenal, enfrentar las incertidumbres, enseñar la comprensión y la ética del género humano.
La ceguera del conocimiento, en este pasaje, me pareció muy pertinente la referencia a la ideología alemana: los hombres han elaborado falsas concepciones de ellos mismos, de lo que hacen, de lo que deben hacer, del mundo donde viven (p.5). Todo conocimiento está amenazado por el error y la ilusión, porque debemos reconocer que el conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior. No podemos confiarnos en qué una idea fue hecha o producida con la lucidez necesaria. Pueden existir errores de percepción, intelectuales, de concepción. La afectividad puede asfixiar el conocimiento y a la vez fortalecerlo. Lo recomendable es promover el desarrollo del conocimiento científico como un método para reducir el error y la ilusión, sin dejar de revisar los paradigmas que también se pueden ser indisolubles. Existen teorías, doctrinas, ideologías que han ocasionado muertes, guerras, intolerancia; el futuro de la educación, no sólo será enseñar a identificar los orígenes de errores, ilusiones y cegueras sino a desarrollar en los habitantes un razonamiento y pensamiento crítico; y estar preparados para lo inesperado y la incertidumbre. “Necesitamos civilizar nuestra teorías, o sea una nueva generación de teorías abiertas, racionales, críticas, reflexivas, autocríticas, aptas para auto-reformarse” (p.13)
¿Cómo saber qué conocimientos son aptos? En el segundo saber, Morín expone Los principios del conocimiento pertinente, explica que “para articular y organizar los conocimientos y así reconocer y conocer los problemas del mundo, es necesaria una reforma de pensamiento” La exposición al conocimiento en México, es en algunos casos, reservado a sólo ciertas clase sociales o bien a cierto sector económico, aquél que tiene los medios para acceder a la educación, cuando debiera ser un derecho básico y sustancial. La aptitud que tengamos para organizar y proveer del conocimiento a todos, será un elemento que podría lograr en países en desarrollo como el nuestro, crear una conciencia cívica, humana, ética, que mucha falta nos hace, primero a nivel local y después a nivel mundial.
Nos dice Morín que hay una inadecuación cada vez más amplia entre nuestros saberes desunidos, divididos, compartimentados, y por el otro, realidades o problemas cada vez más poli disciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales, planetario. Así para que una educación sea pertinente deberá evidenciar el contexto, en lo global, en lo multidimensional y en lo complejo; y promover la inteligencia general que provocará la curiosidad de un estudiante, para hacer y resolver cuestionamientos sobre su entorno. Como se han perfilado teorías psicoeducativas en este sentido, desde el paradigma conductual al constructivismo social.
Es primordial enseñar en lo global más que en situaciones individualistas, o pensamientos reduccionistas, pensar más en la solidaridad (lo que llamó también en otro contexto, la UNESCO, una solidaridad digital), en que lo que haga de forma individual repercutirá a una escala global. En México vivimos una falsa racionalidad, la llamada “guerra contra el narco” no está debidamente justificada, es el bien contra el mal, un pensamiento reduccionista donde los ciudadanos no participan, por el contrario se han visto afectados, vivimos una democracia enceguecida.
Se ha dicho que la globalización o bien la mundialización ha deshumanizado al ser humano. Morín dice que para la educación del futuro, es necesario un tercer saber, enseñar la condición humana. ¿Realmente sabemos que es ser un ser humano? Por principio nos es difícil reconocer la diversidad cultural, anulamos países del mapa sólo porque no piensan como la mayoría; no reconocemos que tenemos en común ser humanos, cuál es nuestro destino en el universo más allá de ideologías religiosas y dogmas, creo que es ser lo mejor posible para cuidar al planeta. Todos los países han contribuido a la historia del planeta y como tales deben seguir siendo reconocidos.
El ser humano, nos dice Morín, tiene un arraigamiento a la esfera viviente y un desarraigamiento humano. “Estamos a la vez dentro y fuera de la naturaleza”(p.23). Debemos reconocer como humanos nuestra condición cósmica, física, terrestre, y humana como seres culturales y bilógicos.  “Todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con la especie humana” (p.27). Por ejemplo, las innovaciones en educación deberían obedecer al anterior párrafo, qué tanto esta iniciativa producirá un bien colectivo y mundial, nos hace falta redefinir objetivos educativos no sólo a corto plazo sino a largo plazo, con miras a mejorar nuestro planeta en todos sentidos: sociales, culturales, bilógicos, políticos, económicos en el sentido de preservar la diversidad humana y no anularla, lo que llamó la UNESCO, el respeto a los conocimientos autóctonos y cuidar no caer en sociedades disociadas. (2010). “La desintegración de una cultura bajo el efecto destructor de una dominación técnico-civilizacional es una pérdida para toda la humanidad en donde la diversidad de las culturas constituye uno de sus más preciados tesoros” (Morín, 1999, p.9). Debemos arraigarnos como ciudadanos de la Tierra. ¿Cómo saber ser parte activa de la Tierra? Morín también prospecta que se debe enseñar la identidad terrenal, este cuarto saber, en donde nos hace falta conocer la condición humana en el mundo como la condición del mundo humano. Debemos estar consientes de la historia y de las herencias de muerte que han construido el actual mundo en que vivimos, así como los “nuevos peligros”  como la destrucción del ecosistema, las pandemias y epidemias virales, los usos sin límites de la droga, las armas nucleares. ¿Crear una ciudadanía terrestre? ¿Cómo?,  creación de políticas al servicio humano y una política de civilización sin destruir la Tierra. Nos dice Morín, que podríamos aprender a estar ahí (en nuestro Planeta): aprender a vivir, a compartir, a comunicarse, a comulgar, aprender a ser, no sólo dedicados a dominar sino a acondicionar, mejorar, comprender.
Recordemos los cuatro pilares de la educación de Jaques Delors. Debemos procurar la conciencia antropológica, ecológica, cívica terrenal y espiritual.
No todo está visto, ni dicho, como seres humanos hemos aprendido de lo impredecible, en un quinto saber, Morín, relata que debemos enseñar a enfrentar las incertidumbres, porque los valores son ambivalentes y todo está conectado entre sí (La Tierra es plana, nos dice Thomas Friedman), estamos en un orden, desorden y organización,  por lo cual debemos afrontar la incertidumbre de lo real, del conocimiento, la ecología de la acción (tomar en cuenta la complejidad de cualquier acción). Cualquier acto educativo como docentes deberá considerar estas incertidumbres, los riesgos, los diversos pensamientos, las consecuencias, es posible trabajar para lo improbable o imposible; y muchas veces este tipo de pensamientos nos limitan a poner en marcha ideas innovadoras y creativas. Ha sucedido en México, que llevamos 40 años trabajando en abatir el rezago educativo, qué se ha hecho para prospectar lo impredecible; la explosión demográfica desproporcionó el desarrollo social en México, excluyó a zonas marginadas de muchos programas educativos por la lejanía y el acceso desigual a las tecnologías de información.
Un sexto saber que debe ser enseñado es la comprensión, y creo que tiene mucho que ver con la tolerancia y el respeto a otras ideas.  Nos dice, Morín, que enseñar a comprender puede ser la condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. Somos ignorantes de las costumbres y ritos, de los valores y de la ética, de otras culturas;  debemos tener presentes la polisemia y ruidos o malentendidos que se dan en la comunicación, esto de por sí es un gran obstáculo, lo más preocupante es el egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo. Tendemos a pensar como el grupo dominante, debemos evitar pensamientos reduccionistas y simples. Somos testigos de tantas decisiones unilaterales y radicales para someter a una población a la ideología del país dominante, una verdad que no se comparte, pero se impone. ¿Cuántos países no están inmersos en el egocentrismo-autojustificación-self-deception?, muchos, las guerras se justifican desde una visión reduccionista, me sumó a una pregunta que hace este autor al final de su texto sobre la función de la Organización de las Naciones Unidas, no desde un punto de vista paternalista, sino operacional y democrático aunado a una postura de la sociedad y preservación de la especie y las culturas ante estos atropellos en una acción efectiva e intervencionista.  Nos dice Morín “Si sabemos comprender antes de condenar estaremos en la vía de la humanización de las relaciones humanas” (p.55)
Como educadores debemos ser precursores de esta comprensión ante la diversidad social, cultural, política, ideológica. “Las culturas deben aprender las unas de las otras y la orgullosa cultura occidental que se estableció como cultura enseñante debe también volverse una cultura que aprende” (Morín, 1999, p.57)
En el séptimo saber y final, nos dice Morín que debemos enseñar la ética del género humano: trabajar para la humanización de la humanidad, efectuar el doble pilotaje del planeta: obedecer a la vida, guiar la vida; lograr la unidad planetaria en la diversidad; respetar en el otro, a la vez, la diferencia como la identidad consigo mismo, desarrollar la ética de la solidaridad, desarrollar la ética de la comprensión, enseñar la ética del ser humano. (p.59). La democracia comprende también un tema central, no en todos los países existe, y en los que existe aún es inacabada o incompleta, por lo cual deberá regenerarse la democracia, el civismo, la solidaridad, la responsabilidad.  La ética y la democracia son temas que preocupan a México, por ejemplo, desde nuestra pequeña parcela como educadores, podemos enseñar estos actos que implicarían el fortalecimiento del tema a través de sus referentes y si estos referentes no existen o se debilitan no hay más que reconstruirlos: soberanía, democracia, Patria, legalidad, solidaridad, comprensión, tolerancia, conocimiento, condición humana, identidad.
Referencias:
Informe Mundial de la UNESCO. (2005). Hacia las sociedades del conocimiento. Paris: UNESCO. Recuperado el 10 de enero de 2011, de http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001419/141908s.pdf
Morín, Edgar. (2011). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO: Santillana. Recuperado el 1 de mayo de 2011, de http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001177/117740so.pdf

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